La contención que ofrece como herramienta fundamental, constituye la primera función del acompañante terapéutico, cualquiera sea el momento del proceso en que se hallen los pacientes. El acompañante terapéutico se ofrece como sostén, auxiliando al paciente en su imposibilidad de delimitarse a sí mismo. Acompaña y ampara al paciente en su desvalimiento, su angustia, sus miedos, su desesperanza, e incluso en aquellos momentos de mayor equilibrio.
Se trata de una estrategia terapéutica para ayudar a sostener la continuidad en los tratamientos, ambulatorios o no mediante la contención y asistencia al paciente y muchas veces a su familia. Además, favorece el desarrollo de la iniciativa y la voluntad, que pueden ser débiles, en algunos casos y contribuye a la realización de actividades de la vida cotidiana que la persona no realiza por sí misma.
El Acompañante Terapéutico es para su paciente un “referente”, incluyéndose como tercero, opera en el vínculo a la manera de organizador psíquico que lo ayuda a regularse.
Las funciones más destacadas del Acompañante Terapéutico son: