Bajo el lema 2024-2026 "cambiar la narrativa sobre el suicidio", la Organización Mundial de la Salud (OMS) propone salir de una cultura de silencio y estigmatización a una de comprensión, apoyo y acción preventiva. Señala al suicidio como un problema multifactorial, que resulta de una compleja interacción de factores biológicos, genéticos, psicológicos, sociológicos y ambientales.
Las distintas profesiones de ayuda, gobiernos, organizaciones, otros, nos encontramos ante la urgencia de reflexionar y redoblar esfuerzos que propicien la creación de espacios seguros en los cuales las personas y comunidades que sufren puedan ser escuchadas, recibidas y acompañadas en sus procesos, poniendo en el centro su bienestar y dignidad, donde el silencio no sea una opción y la prioridad sea el respeto de todos y todas.
Aunque no debería ser así, escuchamos a diario “No hay turno” en las distintas especialidades médicas, conseguir uno con urgencia en salud mental por intermedio de una prepaga u obra social es una verdadera proeza, esto debería cambiar en forma inmediata.
Según UNICEF, existen varios factores que pueden desencadenar un proceso de suicidalidad. Algunos de ellos son: violencia intrafamiliar, abusos sexuales, falta de contención familiar, problemas de salud mental no tratados, el rezago escolar acumulado, el consumo problemático de sustancias, la carencia de vínculos fuera del entorno familiar y el acoso escolar (bullying). Estos factores, sumados a hechos como la pérdida de soporte emocional, una ruptura de pareja, la discrepancia entre expectativas y logros, denuncias o sanciones por violencia y abusos sexuales, pueden activar este proceso. Si no se activan los factores protectores a tiempo, el suicidio puede consumarse o al menos intentarse, lo que resalta la urgencia de intervenir.
Considero imprescindible sumar acciones concretas a la concientización para promover un equilibrio emocional que mejore nuestra calidad de vida, facilitando la adquisición de hábitos saludables que beneficien la salud mental.
Además, creo que es necesario reencontrarnos con conceptos como el de la biofilia, entendido por Edward O. Wilson como "el amor a la vida".
Según su visión, las personas, al igual que necesitan socializar con otros seres humanos, también tienen una necesidad emocional profunda de estar en contacto con otros seres vivos, como animales o plantas, para encontrar paz, armonía y, en última instancia, bienestar. Esto nos desafía a replantear nuestra forma de abordar esta problemática, ampliando la mirada hacia nuevas soluciones.
Para finalizar, me gustaría destacar un concepto fundamental para mí: y es que a todas las profesiones de ayuda nos une el bienestar de las personas, esto nos nuclea, no nos rivaliza. El trabajo mancomunado suele resultar en el bienestar de quienes necesitan nuestra ayuda. Cuantas más perspectivas aportemos y más dimensiones de la persona tengamos en cuenta, más cerca estaremos de sus verdaderas necesidades. Creo firmemente que el trabajo multidisciplinario, con una visión multidimensional de las personas, generando agentes de cambio que tengan en cuenta la prevención, es el camino.
Clr. Vicente J. Mugnolo